Un día leí las siguientes palabras de Jesucristo: “Bienaventurados los pobres en espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3). Me puse a reflexionar: Al Señor le gustan los pobres en espíritu, y aquellos que no son pobres en espíritu no pueden entrar en el reino de los cielos. Pero entonces, ¿qué tipo de personas son los pobres en espíritu?
Más informaciónCuando nos referimos al nombre Mesías, tendemos a asociarlo de forma natural con Jesucristo. Después de que los Fariseos oyesen las profecías acerca de la llegada del Mesías, emplearon su gran imaginación basándose en el significado literal de las profecías. En sus mentes, como las profecías decían que el Mesías vendría a gobernar, daban por hecho que su porte sería heroico y su aspecto, autoritario. Tendría que ser extraordinario y distinto a los demás; es más, tendría que nacer en un palacio real y tras crecer, sería tan valiente como lo había sido David en las batallas, de modo que guiaría a Su gente para echar a los romanos de Israel, acabando así con el sufrimiento de ser gobernado por los romanos.
Más informaciónVersículos bíblicos como referencia: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). “Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3). “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados” (Mateo 5:6). “Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).
Más informaciónVersículos bíblicos como referencia: “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio. […] pero las prudentes tomaron aceite en frascos junto con sus lámparas. […] Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo.’ Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. […] y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta” (Mateo 25:1, 4, 6-7, 10). “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen […]” (Juan 10:27). “Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que va” (Apocalipsis 14:4). “[…] pues el Cordero en medio del trono los pastoreará y los guiará a manantiales de aguas de vida, y enjugará toda lágrima de sus ojos” (Apocalipsis 7:17). “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7).
Más informaciónLas profecías tratan sobre cosas que no han ocurrido todavía, pero de las que Dios ya nos ha hablado. Algunas de ellas son signos que les dio a los profetas para que escribieran sobre ellas, como por ejemplo en los libros de Isaías y Daniel. Algunas de ellas fueron entregadas a personas directamente por Dios en la carne, como las profecías del Señor Jesús sobre los últimos días. La manera en la que se cumple una profecía concretamente no es algo que podamos comprender los seres humanos.
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