Cuando llegué por primera vez a los Estados Unidos, debido a la barrera del idioma, me tomó mucho tiempo antes de poder encontrar un trabajo en la cocina de un restaurante. Pero el temperamento del jefe era muy violento, tanto con los empleados nuevos como con los viejos, si encontraba fallas con alguien, o si el empleado le hacía algo desagradable, el gritaba o despedía a la gente en el acto. Cuando recién llegué, a mí también me gritaba a menudo.
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